Personas Tóxicas

Publicado por el 19/10/2017. Categoría: blog

Cómo identificar personas tóxicas en tu vida por medio de la comunicación no verbal

¿Crees que tienes una persona tóxica en tu vida? Puede ser en tu trabajo, familia, amigos o cualquier otra persona próxima a tu entorno.

Si has identificado una persona tóxica en tu vida, ahora te toca hacer algo muy importante: tomar conciencia de qué consecuencias tiene para ti tenerla cerca.

Viendo estas consecuencias, te darás cuenta de que algo tienes que cambiar para que no siga repercutiendo de forma negativa en tu día a día.

¿Qué te parece comenzar tomando tú el control de la comunicación con este tipo de personas?

Uno de los mayores retos de nuestra vida personal y profesional es precisamente aprender a tratar con personas tóxicas y gestionar nuestras relaciones para evitar males mayores. Para lograrlo es necesario que tengamos en cuenta diferentes claves para acceder a ese control.

¡Vamos a por ello!

El primer paso es saber qué es una persona tóxica

Una persona no tiene por qué ser tóxica en su totalidad. Normalmente, se califica de tóxico su comportamiento o la relación que tienes con esa persona. Por otro lado, la toxicidad no se identifica con la maldad. Una persona tóxica no tiene por qué ser malvada, pero muestra signos de que algo no funciona bien dentro de ella. Normalmente presenta algunas características.

Según  la psicoterapeuta Jodie Gale, hay algunos signos que nos pueden ayudar a detectar a una persona tóxica.

Además de estos signos señalados por Gale, podemos identificar señales no verbales frecuentes en ellos:

Las personas tóxicas:

  • Transmiten su situación en un tono dramático y afectan con ello a los demás. Señales no verbales asociadas: expresiones faciales frecuentes de miedo, dolor e ira, no necesariamente dirigidas a otra persona. Pueden ir acompañadas de gritos o sollozos frecuentes y negaciones al vacío con la cabeza. En cuanto a la gestualidad de las manos, éstas pasan muy rápidamente de la inactividad a los aspavientos y movinientos agitados. Se llevan frecuentemente las manos a la cara y la cabeza y presentan numerosos gestos autocalmantes, frotándose los brazos o cruzándolos protegiendo el torso. Igualmente, los pies pueden pasar de arrastrarse con abatimiento a moverse con energía, dando cortas patadas en el aire cuando la persona está sentada en estado activo.
  • Provocan un profundo rechazo o miedo cuando se está cerca de ellas. Se trata de un conjunto de factores, pero las personas provocan este efecto pueden hacer múltiples manifestaciones faciales de ira o de desprecio respecto a sus semejantes. La gestualidad está condicionada por el contexto, pero son frecuentes los gestos amenazadores y territoriales, con posturas que tratan de reclamar espacio y poder. A la hora de relacionarse, pueden buscar posiciones que denoten dominancia, como hablarle de pie a una persona que está sentada (ante su mesa de trabajo, por ejemplo), hablar desde lo alto de una escalera o desde una barandilla. Los gestos faciales de desprecio añadidos a miradas por encima del hombro, o incluso la ausencia de contacto visual, pueden generar un gran rechazo si se hacen de forma continuada.
  • Interactuar con esas personas le deja a uno agotado y/o enfadado

Las personas tóxicas tienen un diálogo interno muy intenso y cerrado en un aspecto determinado, lo que hace que no estén abiertas para comunicar, es decir, no escuchan y no son capaces de conectar bien con los demás. Hablan para desahogarse o para liberarse. En el ámbito no verbal, presentan una actitud de baja receptividad. Miran a su interlocutor para asegurarse de que tienen su atención y pueden recurrir al contacto físico para mantenerla. Sus patrones gestuales no se identifican con los de la persona que escucha, es decir, no se mimetizan. Esperan inconscientemente que el otro se mimetice con su lenguaje corporal.

Estas personas agotan por la insistencia y repetición del discurso verbal y no verbalmente. También exasperan por la falta de apertura y el diálogo cerrado, cuando no incurren en reproches y faltas de respeto que van acompañados con expresiones de ira para manifestar enfado: variación del tono de voz, ceño fruncido, tensión en los labios y aletas de la nariz dilatadas por el incremento del ritmo respiratorio.

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